En el año 1826, el gobierno de Bernardino Rivadavia, contrató al oficial prusiano Rauch, nada menos que para matar indios, su misión era limpiar la pampa bonaerense de los ranqueles, esos hermosos indios que poblaban estas zonas con absoluta libertad.
Bien, este oficial prusiano comenzó la liquidación de estos indios, y se guardan sus partes militares que hablan de su profunda sabiduría. Por ejemplo, dice que los indios ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad, también señalaba que los indios ranqueles eran anarquistas, así tal cual.
Bien, él se adelantaba, era un oficial prusiano muy valiente, se adelantaba a sus tropas 200 metros por lo menos blandiendo su espada y se encontró con la horma de su zapato, porque después de haber escrito un parte donde decía “hoy hemos ahorrado balas, degollamos a 27 ranqueles”, un indio joven, apuesto, alto de pelo largo, al que llamaban “Arbolito” lo estuvo esperando en una hondonada, y cuando pasó este coronel a toda velocidad en su corcel, se le fue detrás, le boleó el caballo, cayó el militar europeo, y el indio Arbolito cometió el sacrilegio de cortarle la cabeza. Así vengaba a tantos de sus compañeros de las pampas.
La Ciudad de Buenos Aires recibió con toda pompa el cadáver del militar europeo muerto de esa manera. Señalan los historiadores que fueron las exequias, las ricas de todo ese período argentino.
Arbolito se perdió en la inmensidad de las pampas, ya nadie lo recuerda.
La ciudad donde ocurrieron los hechos se llama hoy Coronel Rauch, y muchas calles recuerdan al oficial prusiano, pero ninguna a ese héroe de las pampas… el querido Arbolito.
Osvaldo Bayer
domingo, 27 de noviembre de 2011
COQUENA
Es el hijo de la Madre Tierra, Pachamama, llamado también el Mago Coquena, guardián de las majadas, tropero de las nubes, tejedor de brumas y nieves, sembrador de tormentas, duende de abras y bosques, tata de los cerros, músico de arroyos y ríos. Es un ser mitológico diaguita-calchaquí, su reinado se extiende en toda la Puna de la provincia de Jujuy, es el protector de las vicuñas, cuidador celoso de las manadas salvajes.
Castiga severamente a los cazadores que depredan con armas de fuego a este preciado animal, de igual manera premia a los buenos pastores que cuidan con esmero su rebaño, les deja piezas de oro y plata, que según se dice pertenece al gigantesco tesoro oculto de los incas, del cual también es cuidador.
Algunos autores describen el premio como monedas de oro, elemento no conocido por los amerindios, posiblemente esta acepción se deba a la influencia de la colonización, lo real es que ve con gusto las buenas actitudes hacia sus animales, lo que recompenza con gratitud, permite la caza por necesidad siempre a la vieja usanza, con boleadoras previo rodeo y encierro con trapos e hilos, es invocado para tener éxito en la casería, se le pide protección y ventura mediante el ofrecimiento sincero de coca y alguna otra ofrenda voluntaria, comúnmente comida, que se deja en medio de las piedras en un lugar elevado que domine la zona de pastoreo.
Se lo describe de diferentes formas;
Algunos autores describen el premio como monedas de oro, elemento no conocido por los amerindios, posiblemente esta acepción se deba a la influencia de la colonización, lo real es que ve con gusto las buenas actitudes hacia sus animales, lo que recompenza con gratitud, permite la caza por necesidad siempre a la vieja usanza, con boleadoras previo rodeo y encierro con trapos e hilos, es invocado para tener éxito en la casería, se le pide protección y ventura mediante el ofrecimiento sincero de coca y alguna otra ofrenda voluntaria, comúnmente comida, que se deja en medio de las piedras en un lugar elevado que domine la zona de pastoreo.
Se lo describe de diferentes formas;
- Según E. Bossi es un hombrecito blanco retacón con barba, lleva sombrerito orejón, usa ropa tejida con lana, pantaloncito barracan, camisa sin cuello de lienzo, collar de víbora y ojotas con clavos de plata, descripción también influenciada por las transculturizacion colonial.
- Los lugareños de la puna, coinciden en un personaje de baja estatura, con los rasgos del hombre del altiplano (colla), de amplia sonrisa, y aspecto amigable, viste poncho corto, de vivos colores con los típicos tocapus andinos (iconos aun no descifrados), lleva casaca liviana, pantaloncillos arriba de tobillos, chujllo (gorro andino), ojotas y masca permanentemente coca.
Cuando se ve a lo lejos el ganado de vicuñas trasladándose solo, y se escucha un silbido extraño, se dice que va Coquena, llevando los animales a mejor pastura. Al igual que otras deidades adquiere un sentido ecológico en la zona de su reinado, no es otra cosa que el sentido armónico que tienen aún hoy en la actualidad los pueblos andinos, que consideran la existencia como un orden dinámico y reciproco.
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COQUENA
Cazando vicuñas anduve en los cerros
Heridas de bala se escaparon dos.
- No caces vicuñas con armas de fuego ;
Coquena se enoja, - me dijo un pastor.
- ¿Por qué no pillarlas a la usanza vieja,
cercando la hoyada con hilo punzó ?
- ¿Para qué matarlas, si sólo codicias
para tus vestidos el fino vellón ?
- No caces vicuñas con armas de fuego,
Coquena se venga, - te lo digo yo
¿No viste en las mansas pupilas obscuras
brillar la serena mirada del dios ?
- ¿Tú viste a Coquena ? - Yo nunca lo vide,
pero si mi agüelo, - repuso el pastor ;
una vez oíle silbar solamente
y en unos tolares, como a la oración.
Coquena es enano ; de vicuña lleva
sombrero, escarpines, casaca y calzón,
gasta diminutas ojotas de duende,
y diz que es de cholo la cara del dios.
De todo ganado que pace en los cerros
Coquena es oculto, celoso pastor ;
Si ves a lo lejos moverse las tropas,
es porque invisible las arrea el dios.
Y es él quien se roba de noche las llamas
cuando con exceso las carga el patrón.
Juan Carlos Dávalos
Presentación
En este espacio, pretendo dar a conocer mitos (e historias no tan mitológicas), leyendas y creencias de mi tierra, Latinoamérica.
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